La razón por la que empezaste a emprender fue para tener control.

Control sobre tu tiempo. Sobre tus decisiones. Sobre tu vida.

Querías estar presente cuando tus seres queridos te necesitaran. Viajar sin pedir permiso.

Trabajar en lo que te apasiona, no en lo que te toca.

Pero hoy, ¿cuánto control real tienes?

Tu agenda la dictan los clientes. Tu energía se va en notificaciones de tu negocio que te amargan el día. Has dejado de vivir hasta que “las cosas vayan mejor”.

Y lo peor: ya ni recuerdas cuándo fue la última vez que sentiste que estabas avanzando a un objetivo, en vez de solo sobreviviendo.

Te entiendo porque a mi también me pasó.

Pero la verdad es que recuperar el control no pasa por trabajar más horas.

Pasa por dejar de empezar cada mes sin saber de dónde vendrá el próximo cliente.

Porque no eres verdaderamente libre hasta que sabes generar ingresos recurrentes.

Envío un email cada día hablando sobre eso.

Una lección diaria para montar tu pequeño y lucrativo imperio digital unipersonal que te permite vivir muy bien de tu conocimiento. 

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